En los trastornos sexuales que no concurren con un problema orgánico existe una base traumática que impide una sexualidad adecuada. Los trastornos pueden ser activos (adicciones, parafilias agresivas, abusos sexuales, etc..) o pasivos (impotencia, anorgasmia, eyaculación precoz, etc..)
En todos los casos el tratamiento debe ser multidisciplinar con técnicas en el presente para tratar los síntomas y en el pasado para trabajar con las experiencias traumáticas que condicionan la sexualidad de la persona.